"Andate, quiero volver a ser la persona introvertida que soy", le dice sobre su hombro una Madonna en blanco y negro a la cámara que registra el detrás de escena. Y en ese gesto descoloca y lo que parece ironía también funciona para sospechar del resto del documental que acompaña el DVD Sticky & Sweet Tour. "Siempre acabo contratando a los bailarines menos entrenados", dice y uno no le cree y minutos más tarde arrebata un walkie-talkie de la producción y escupe al microfonito, hablándole a alguno: "Arrancá el show, hijo de puta". Madonna, en otro ejercicio de divismo, parece mostrar las tripas de la preparación de la segunda gira más exitosa de la historia (recaudó 408 millones de dólares en dos años), pero en realidad es un bonus de humanidad que contrasta con lo principal del DVD: imágenes de los conciertos del 7 y del 8 de diciembre de 2008 en Buenos Aires.
La humanidad on-stage que se palpó en los cuatro conciertos que dio en Buenos Aires (los dos mencionados y los del 4 y 5 de diciembre) se percibía en el arrojo. El acto de colgarse una guitarra para tocarla de forma más simbólica que musical, los pifies vocales que hacían ensalada con un playback que no era o los alardes aeróbicos a los 51 se ven diluidos en el corazón de un lcd. Entonces, la maquinaria resalta para apreciar detalles que inevitablemente se pierden en un concierto de estadios. En una marea de fucsias y violetas, las pantallas del escenario ahora se mezclan en una edición en la que el Justin Timberlake que nunca estuvo en el escenario de River parece real, el Auburnb del '35 que conduce un clon de Kanye West brilla como recién salido del lavadero, las caras de los bailarines congeladas en sonrisas tirantes. Todo es perfecto e impactante en las manos de los directores, Nathan Rissman y Nick Wickham. El DVD incluye el concierto completo, con sus cuatro partes y performances entre temas, mientras que el CD que acompaña la edición deja afuera los segmentos gitanos o la rave del final del concierto, por ejemplo.
"¡Sáquense la celulitis a los saltos!", grita Madonna otra vez en el backstage a los bailarines y cinco minutos más tarde le da órdenes a Timbaland. "Me vieron en mis momentos buenos y en mis momentos malos", lloriquea en el documental que segundos atrás la mostraba cantando bajo la lluvia en Brasil. Con un asistente que le sostenía un paraguas.«
La gira "Sticky & Sweet" duró dos años y llegó a 32 países. En total, fue vista por 3,5 millones de espectadores. En Buenos Aires, por 256.000.
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